Porque gritaba a voces,
que ya no te quería para nada,
pero dentro de mí,
anhelaba tu regreso.
Predicaba que aunque volvieras,
con mil besos en tus labios,
y mil orgasmos adeudados,
no querría ni tan siquiera oír tu voz,
pero coño,
por primera vez,
me auto-mentí de forma magnifica.
Me creí aquello que tanto pregonaba,
pero que estupidez,
porque siempre he sido,
de luchar por el amor a toda costa,
hasta más allá del final,
y a decir verdad,
pensaba que había llegado el final,
pero mi corazón,
es de esos que nunca se rinden,
aunque les hayan quebrado por completo.
A pesar de todo,
tanto yo,
como mi corazón,
te anhelábamos,
mis ojos aún aguardaban para ver tu reflejo,
mis oídos seguían esperando tu voz,
y mi piel continuaba fría sin tu calor.
Ático en NY, con vistas a tus caderas.
Que la fuerza de la Luna esté con vosotros,
No hay comentarios:
Publicar un comentario